domingo, 13 de noviembre de 2011

Esa maldita manía

     Esa maldita manía de querer encontrar en los demás lo que hace tiempo busco en mí misma.

Pretendés averiguar qué es lo que te gusta descartando lo que no; saber qué tipo de persona te gusta, empezando por saber cuáles no te gustan. Desechando, tirando, rechazando por el camino. A veces con más culpa, a veces con menos; a veces con más tacto,a veces sin nada de él. A veces dejando una historia, a veces un hueco, a veces la nada misma. A veces la nada para vos, y una historia en la otra persona...historia irreemplazable. ¿Cuántos huecos ajenos vas plantando? ¿Y el karma? ¿Qué pasó con tu creencia del karma?. Ya nada te importa...o eso querés creer. Los sentimientos ajenos, no te importa si el karma te devuelve tus acciones, si esto te hace mal, no te importa reflexionar, no te importa frenar, no te importa dudar.
Ah, la duda! Base de la esencia del ser humano. ¿Qué seríamos nosotros sin la duda?. No podríamos relucir nuestra capacidad de pensar, de reflexionar, de considerar...si no fuese por la duda. No sabríamos que estamos vivos si no fuera por la duda. Y esa maldita duda que te come es la que más vivo te hace sentir.
Lo venías evitando hace tiempo. Hace tiempo venías esquivando ese pensamiento suicida -casi un hecho a largo plazo- de que alguien encontraría tu punto débil y lo tocaría. Tocarían el botón de la debilidad, esta vez con fuerza, con más fuerza que las anteriores. Hace tiempo venías en el camino de no pensar, de no sentir, de no inspirar sentimientos. Pero no todos tienen tu capacidad de controlar los sentimientos, y de repente...despertaste los de alguien. Que te quepa la duda, como siempre; esa característica tuya de ser tan desconfiada. Pero no se puede negar que los despertaste. Aún repitiendo el mantra de "es igual que los demás", te das cuenta de que no, no lo es, claramente.
Y entra en escena la susodicha duda. Y entra en escena el olvidado sentimiento. Y entra en escena el ya manoseado intento de olvido. Y entra en escena el previsto hecho. Creés tenerlo todo bajo control, ¿no? Dejame contarte algo: no lo tenés. Ahora te importa alguien y hace mucho que eso no te pasaba. Ahora no sabés para dónde agarrar. Ahora sí que no sabés qué entra en escena. Ahora el camino se bifurca y no podés quedarte en el medio para siempre.

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