lunes, 23 de mayo de 2011

Empieza por tí

Cuando era joven y libre y mi imaginación no
tenía límites, soñaba con cambiar el mundo.

Al volverme más viejo y más sabio, descubrí
que el mundo no cambiaría, entonces,
acorté un poco mis objetivos y decidí cambiar sólo a mi país.

Pero también él parecía inamovible.

Al ingresar en mis años de ocaso, en un último
intento desesperado, me propuse cambiar sólo
a mi familia, a mis allegados, pero por desgracia
ya no quedaba nadie a mi lado.

Y ahora, que estoy al final de mis días, de pronto
me doy cuenta que si me hubiera cambiado
primero a mí mismo, con el ejemplo hubiera
cambiado a mi familia.

Entonces, a partir de su imitación y estímulo,
podría haber hecho un bien a mí país,
y quién sabe...
Tal vez incluso, habría cambiado el mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario